Hay momentos en los que me gustaría desaparecer, acabar con mi vida de una buena vez. ¿Para qué seguir viviendo? Yo no le encuentro sentido a la mía. Nadie quisiera estar con una persona tan antipática como yo. Nadie quisiera tratar con una persona que causa rechazo y es desagradable.
Me gustaría saber cuántas personas realmente me extrañarían, cuántas asistirían a mi funeral por compromiso.
¿De qué me sirve tener tantos reconocimientos si la única que los aprecia soy yo? A nadie más le interesa lo que a mi pueda pasar. Me gustaría tener el valor suficiente para hacerlo, para lograr suicidarme, para dejar de sentir tristeza, para dejar de llorar cuando nadie me ve, para dejar de sentirme tan sola.
No tiene caso seguir viviendo, cada amanecer, cada lugar que no he visitado, cada persona a la que no he conocido, cada cosa que no he hecho, ninguna vale la pena, porque mi sufrimiento es más doloroso, es más fuerte de lo que puede llegar a ser mi dicha.
Un día no muy lejano dejaré de escribir aquí, no porque ya no me guste hacerlo, no porque ya no quiera hacerlo, en realidad escribir aquí será una de las pocas cosas que realmente extrañaré, la razón de esto es que ese día mi paciencia habrá explotado, mi límite se habrá agotado y habré decidido acabar con mi vida de una buena vez.
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